A todos/as nos ocurre que hay algunas cosas que no nos gustan de nosotros mismos/as. El problema es que a veces no nos damos cuenta de que nos tratamos con desprecio y condena, con lo que nos sentimos culpables o avergonzados/as.
Por ejemplo, imaginemos que pensamos: “tengo el pelo horrible”. ¿Qué podríamos hacer para gestionarlo de una forma que nos aporte un mayor bienestar? 😀👀:
-Ser concreto con lo negativo para no exagerarlo: “no es todo el pelo, solo que no me gusta tener algunas canas” 👌.
-Ver todo lo que sí tengo que me gusta: “de mi cabeza me gustan mis rizos, mis ojos y mis labios” 😎.
-Tratarnos con más cariño: “Aunque no me guste tener canas y envejecer, mi pelo forma parte de mí y voy a tratarme más amorosamente. Voy a acariciar mi pelo”❤.
-Cuestionar las cosas que hemos oído sobre esa parte. Por ejemplo, mi madre le decía a mi padre “¡aféitate que pareces un náufrago!”. Yo ahora puedo elegir decirme a mí mismo: “no soy un náufrago por tener barba y que sea blanca. Me gusta cómo me queda, la voy a llevar cuidada según mi propio criterio y voy a aceptar su color”.🙌
-Hacer lo que esté en nuestra mano para cambiar y sentirnos mejor: “siempre tengo la opción de teñirme el pelo”.
-Redactar una carta de 1 folio que nos escribe esa parte, incluyendo cómo se siente, cuál es su función en el organismo y qué peticiones tiene. Un ejemplo resumido: “Querido Miguel, somos las canas de tu pelo, ¿por qué nos rechazas? Nos duele que no nos quieras. Nuestra función es proteger tu cabeza del frío, intentamos que te mantengas calentito. Antes éramos de otro color, ahora somos blancas… nuestra naturaleza es así, ¿qué hay de malo en ese color? La nieve es blanca y mola 😊. Nos hemos transformado porque el tiempo pasa y todo se mueve, nosotras no tenemos la culpa de ello. Te pedimos que nos quieras, que aceptes el paso del tiempo y como somos, ya que formamos parte de ti”.
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